Kumis


Jueves alucinados con el Profesor Xavier

En esto de alucinar el ser humano ha mostrado desde siempre, en todas las culturas, un especial interés y capacidad: desde la básica hiperoxigenación, pasando por la enajenación primigenia a base de cánticos y danzas,  el masticado o inhalado de hojas u hongos, o las más elaboradas maneras a partir de la fermentación o destilado. El caso es colocarse y, como la actual situación de penuria laboral complica la colocación profesional, solo resta la lúdica.  Eso si, con prudencia, conocimiento, medida.

Hoy hablamos de un curioso producto elaborado a partir de la leche, tradicionalmente de yegua, aunque también se utiliza la de vaca: el Kumis. 
Disfrutada por los turcos, bashkires, kazajos, kirguises, mongoles, yakutos y uzbecos, e incluso algunas tribus húngaras, el Kubis se consigue convirtiendo la lactosa en etanol,  a partir de la fermentación de la leche, obtneniéndose una graduación de  2'5 %. Al igual que el kéfir, en su elaboración participan diversos microorganismos, siendo los principales bacterias lácteas y levaduras.







 El Kumis se acerca más al vino que a la cerveza, porque la fermentación se realiza directamente a partir de azúcares y no de almidones, sin embargo, su consumo es más parecido al de nuestra cerveza, pues sus consumidores lo beben frío.






La elaboración en Kazajistán  tiene la curiosidad de que utilizan pellejos ahumados donde se echa la leche nueva y un poco de leche cortada, para que fermente toda. Tras tres o cuatro días, durante los cuales se agitan los cueros con frecuencia, la leche se vuelve ligera, algo picante y deliciosa. 

Pero Kumis hay muchos, y el sabor difiere entre los diferentes productores, aunque se caracteriza por su ligero amargor y su baja graduación alcohólica. 






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