Mandrágora 1



Jueves Alucinados con el Profesor Xavier


La mandrágora es otra planta con facultades alucinógenas, de la que se dice  produce un sueño parecido al de la muerte. Pero su fama se debe a la peculiar forma de su raiz, carnosa y con tantas ramificaciones que en ocasiones recuerda al cuerpo humano. Su significado etimológico alude al dragón humano. 

Es una de las “plantas mágicas” más conocidas y utilizadas en Occidente y pertenece a la familia de las Solanáceas. Su fruto, las bayas, del grosor de una nuez y de color blanco o rojizo eran en Egipto símbolo del amor por sus virtudes afrodisíacas.  En la  biblia se recogen algunas citas en las que se destaca su capacidad para despertar la fertilidad (Gen. 30, 14-16 y Cant. 7, 13). 
Es continua su aparición  a lo largo de la historia, en antiguos compendios botánicos, en relatos y en el folclore popular.
Entre los griegos se le llama planta de Circe y aparece en la Odisea: Hermes (Mercurio para los romanos) recomienda a Odiseo (Ulises) comer un poco de la hierba moly (mandrágora) para salvaguardarse de los hechizos de Circe. 
Otra gran personaje relacionado con la Mandrágora es  Juana de Arco, a quién  acusó de que era el consumo de mandrágora lo que le hacía oir voces.

Según creencias populares crecía bajo los patíbulos donde caía el semen a veces eyaculado por los ahorcados (durante las últimas convulsiones antes de la muerte o por erección y eyaculación postmorten).
Plinio, en su "Historia Natural",  recomendaba trazar varios círculos en torno a la raíz y utilizar perros para desenterrarla. Fue habitual su uso en la campaña militar de Roma contra los germanos, los cirujanos daban a mascar un trozo de raíz de mandrágora a los heridos para aturdirlos antes de operarles o amputarles un miembro, ya que tiene un fuerte efecto anestésico. En la Edad Media fué una de las plantas más utilizadas en brujería por sus efectos alucinógenos.
Pero recoger mandrágora no era asunto baladí, pues se contaba, que, al ser arrancada  emitía un grito terrible que al instante causaba en el recolector una agonía dolorosa seguida por la muerte.Los antiguos alemanes la llamaban Alraune.


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