Carnes: Cordero recental de raza Merina


El Mercado


Aprovecho estos días en que nuestra Escuela queda sin apenas alumnos para meterme en la cocina y recuperar alguno de aquellos platos ancestrales que he aprendido a preparar con tiempo y experiencia,  tras haber conocido su primigenia elaboración gracias a la lectura  y la escucha a  personas de mayor edad y conocimiento (no siempre van acompañadas ambas características).

El cordero merino es el habitual en estas extremas tierras del suroeste peninsular ibérico, una tierra bella , dura y acogedora, donde decidimos establecer nuestra Residencia para jóvenes con especiales capacitaciones. El cordero merino es una carne rica en grasa y sabor que merece la pena probar, sobre todo en aquellas personas que buscan matices, diferencias... En este caso he utilizado recental, un animal que apenas llega a los 4 o 5 meses, que ya ha probado pasto. . La preparación elegida, un clásico: caldereta.  Calderetas hay muchas y variadas, de carnes, de pescados, de setas. Lo fundamental, lógicamente, es el caldero, un utensilio de hierro de fondo cóncavo que permite elaboraciones con largos procesos de cocción. Yo no disponía de hierro, así que me tuve con conformar con una gran sarten de hierro (previamente limpia, pues es habitual, si no se ha dejado cubierta con un mínima cantidad de grasa, su oxidación). 
Recetas hay muchas y variadas, yo publico la que más me satisface, que aporta algunos variantes, fruto de modos y conocimientos actuales. 
Partamos del producto: paleta,  pecho-falda y un trocito de hígado del animal. El resto de ingredientes: Sal, pimentón dulce ahumado (de La Vera), pimentos secos, ajo morado, pimienta negra y agua. (Debería incorporar las verduras - puerro, cebolla y zanahoria - que uní a los huesos para hacer el caldo que agregué a la cocción, pero, al ser opcional, no lo incluyo entre ingredientes básicos.


Tras deshuesar la paleta y 

 quitar gran parte de la grasa, elaboro el caldo con los huesos y verdura.
 Mientras,he puesto varios dientes de ajos enteros en el caldero sartén y se dejan freir, con cuidado que no se quemen. En el mismo aceite, freir el higado y la rebanada de pan. 
Sacar y reservar.  Incorporo la carne y la dejo sellar; cuando esté dorada, incorporo el caldo y dejo cocer.
 Cuando la carne está tierna incorporar un machado, moje, con los dientes de ajo, sin piel, el higado, la sal, el pimentón y pimienta negra. Dejo reposar y sirvo. Acompaño como guarnición unas patatas a lo pobre, a las que he incorporado el resto del caldo.





Evaluación: no hay caldereta al gusto de todos. Don Maximilian  Fuentes, decano, antiguo director, intelectual de renombre, mente preclara aunque profundamente conservadora, se conformó con un simple bocado,  pues consideró que la preparación no se atenía a la tradición (cierto que las antiguas calderetas se elaboraban con animales de mayor edad, que también precisaban mayor cocción y aditamentos para disimular el "sabor a borrego"). Nuestro profesora de Artes Emocionales, Enma Swet continuó con su dieta vegetariana. Los demás disfrutaron de la preparación, con la lógica disertación sobre aditamentos, sal, tiempos de cocción, etc...

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