Al Mercado con el Profesor Xavier
Ayer preparamos espinacas.

En los años 30, en Estados Unidos, se crearon campañas publicitarias para favorecer el consumo del verde alimento, que nos aportaron un personaje importante en nuestra iconografía popular: Popeye.
Las espinacas están compuestas en su mayoría por agua. Su contenido de hidratos de carbono y grasas es muy bajo, por lo que su aporte calórico es escaso. Sin embargo, tiene un elevado interés nutricional debido a su gran cantidad de vitaminas y minerales. Es una de las verduras más ricas en calcio, magnesio, hierro y potasio. Y es rica también en vitaminas del tipo A, C y ácido fólico. Se recomiendan especialmente a las personas que tienen hipertensión.
Otro tema importante a tener en cuenta para su consumo es su bajo precio y que las podemos adquirir frescas y congeladas.
Buscando el origen de este alimento, llegamos al sudeste asiático, donde se encuentran variedades silvestres; su introducción en occidente fue en el siglo XI, por lo musulmanes que habitaron aquel maravilloso Al-Andalus.
Una anécdota de la Primera Guerra Mundial cuenta que los soldados franceses con sensaciones de debilidad o cansancio bebían vino con un añadido a base de jugo de espinaca para recobrar fuerza debido a la creencia de que el alto contenido de clorofila en esta planta otorgaba poder de recuperación. El tiempo ha demostrado que las espinacas aportan una gran cantidad de energía al consumirlas, no contienen grasa y facilitan la digestión.

Básicamente es una especie de empanada hojaldrada, en la que el relleno se realiza mezclando las espinacas brevemente cocidas y rehogadas ( en mantequilla con cebolleta, ajo, una pizca de pimienta negra y nuez moscada), a la que se hecha una buena porción de queso. En Reggio Emilia se utiliza Parmesano, pero nosotros solemos utilizar quesos más untusos y frescos, como por ejemplo un queso de nata gallego.
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